el remanso al que acudir
cuando las aguas te cerquen.
Alguien tiene que ser
el torrente que salpique,
¡y nos despierte!
Alguna mano invisible
que con cuidado se acerque
para aliviar un instante
la sequedad de la herida
¿De quién la cueva escondida?
¿De quién las puertas abiertas
a las que marchar seguros
sin perderse por la senda?
La Belleza de las formas,
la Justicia en el obrar,
la Pureza en la palabra,
todo ello, ¿dónde está?
¿Dónde hallaremos el alma
que nos recuerde a la mar?
¿Dónde la voz cantarina
que pueda enseñar a amar?
Ha de haber alguien, sin duda,
que hasta la Fuente se acerque
para llenar simplemente
una copa de cristal,
y sin rastro de amargura
nos entregue su Bondad.
Y ese alguien ¿quién será?
Sé tú el ángel
que acaricie con sus alas.
Sé tú el Fuego del hogar.
Sé la Luz de la mañana.
Sé el arrullo de la alondra
y paloma peregrina
que nos trae con su volar
el perfume de la rosa.
Sé, por fin, como la estrella,
¡luminosa!
“Alguien tiene que ser” por Teresa Cubas Lara
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